Una vida sin amigos es una vida vacía. Dicen que uno tiene los amigos que se merece. Pero qué duda cabe de que sólo tiene amigos quien es capaz de mantener una amistad. Pero conforme crecemos en la vida caemos en la cuenta de que mantener una amistad lleva su tiempo y su esfuerzo.
La amistad no se programa ni se planifica. Surge casi por accidente. Pero hay un momento en el que pide que la alimentemos, si no, termina por morir. Exige el trato, el crecimiento en confianza, la aceptación del amigo tal como es. Los que son amigos quieren estar juntos. En la vida ajetreada que muchos llevamos, es importante dedicar tiempo a los amigos, que no es tiempo perdido. Una amistad profunda cultivada con cuidado durante años y años produce muchas satisfacciones.
La amistad a menudo debe pasar por la prueba. Puede surgir la tentación de la desconfianza o la traición por un malentendido o un error. Cuando se supera y, si es necesario, se pide perdón y se acepta, la amistad se fortalece. No hay amistad sin perdón.

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